El Ávila y un mar de nubes

El Ávila y un mar de nubes
Fue tomada en el mes de febrero en el Cerro El Ávila de Caracas

lunes, 6 de mayo de 2013

La muerte lenta del chavismo por Vargas Llosa


La muerte lenta del chavismo por Vargas Llosa


         Al mismo tiempo que el Gobierno de Nicolás Maduro convertía el Parlamento en un aquelarre de brutalidad, la represión se amplificaba y se detenía a funcionarios por votar a la oposición.

         Una fiera malherida es más peligrosa que una sana pues la rabia y la impotencia le permiten causar grandes destrozos antes de morir. Ese es el caso del chavismo, hoy, luego del tremendo revés que padeció en las elecciones del 14 de abril, en las que, pese a la desproporción de medios y al descarado favoritismo del Consejo Nacional Electoral —cuatro de cuyos cinco rectores son militantes gobiernistas convictos y confesos— el heredero de Chávez, Nicolás Maduro, perdió cerca de 800 mil votos y probablemente sólo pudo superar a duras penas a Henrique Capriles mediante un gigantesco fraude electoral. (La oposición ha documentado más de 3,500 irregularidades en perjuicio suyo durante la votación y el conteo de los votos).

Advertir que “el socialismo del siglo XXI”, como denominó el comandante Hugo Chávez al engendro ideológico que promocionó su régimen, ha comenzado a perder el apoyo popular y que la corrupción, el caos económico, la escasez, la altísima inflación y el aumento de la criminalidad, van vaciando cada día más sus filas y engrosando las de la oposición, y, sobre todo, la evidencia de la incapacidad de Nicolás Maduro para liderar un sistema sacudido por cesuras y rivalidades internas, explica los exabruptos y el nerviosismo que en los últimos días ha llevado a los herederos de Chávez a mostrar la verdadera cara del régimen: su intolerancia, su vocación antidemocrática y sus inclinaciones matonescas y delincuenciales.

         Diosdado Cabello celebraba que María Corina Machado fuera arrastrada por los cabellos.
Así se explica la emboscada de la que fueron víctimas el martes 30 de abril los diputados de la oposición —miembros de la Mesa de la Unidad Democrática—, en el curso de una sesión que presidía Diosdado Cabello, un ex militar que acompañó a Chávez en su frustrado levantamiento contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez. El Presidente del Congreso comenzó por quitar el derecho de la palabra a los parlamentarios opositores si no reconocían el fraude electoral que entronizó a Maduro e hizo que les cerraran los micros. Cuando los opositores protestaron, levantando una bandera que denunciaba un “Golpe al Parlamento”, los diputados oficialistas y sus guardaespaldas se abalanzaron a golpearlos, con manoplas y patadas que dejaron a varios de ellos, como Julio Borges y María Corina Machado, con heridas y lesiones de bulto. Para evitar que quedara constancia del atropello, las cámaras de la televisión oficial apuntaron oportunamente al techo de la Asamblea. Pero los teléfonos móviles de muchos asistentes filmaron lo ocurrido y el mundo entero ha podido enterarse del salvajismo cometido, así como de las alegres carcajadas con que Diosdado Cabello celebraba que María Corina Machado fuera arrastrada por los cabellos y molida a patadas por los valientes revolucionarios chavistas.
Dos semanas antes, yo había oído a María Corina hablar sobre su país, en la Fundación Libertad, de Rosario, Argentina. Es uno de los discursos políticos más inteligentes y conmovedores que me ha tocado escuchar. Sin asomo de demagogia, con argumentos sólidos y una desenvoltura admirable, describió las condiciones heroicas en que la oposición venezolana se enfrentaba en esa campaña electoral al elefantiásico oficialismo —por cada 5 minutos de televisión de Henrique Capriles, Nicolás Maduro disponía de 17 horas—, la intimidación sistemática, los chantajes y violencias de que eran víctimas en todo el país los opositores reales o supuestos, y el estado calamitoso en que el desgobierno y la anarquía habían puesto a Venezuela luego de catorce años de estatizaciones, expropiaciones, populismo desenfrenado, colectivismo e ineptitud burocrática. Pero en su discurso había también esperanza, un amor contagioso a la libertad, la convicción de que, no importa cuán grandes fueran los sacrificios, la tierra de Bolívar terminaría por recuperar la democracia y la paz en un futuro muy cercano.
Todos quienes la escuchamos aquella mañana quedamos convencidos de que María Corina Machado desempeñaría un papel importante en el futuro de Venezuela, a menos de que la histeria que parece haberse apoderado del régimen chavista, ahora que se siente en pleno proceso de descomposición interna y ante una impopularidad creciente, le organice un accidente, la encarcele o la haga asesinar. Y es lo que puede ocurrirle también a cualquier opositor, empezando por Henrique Capriles, a quien la ministra de Asuntos Penitenciarios acaba de advertirle públicamente que ya tiene listo el calabozo donde pronto irá a parar.
No es mera retórica: el régimen ha comenzado a golpear a diestra y siniestra. Al mismo tiempo que el Gobierno de Maduro convertía el Parlamento en un aquelarre de brutalidad, la represión en la calle se amplificaba, con la detención del general retirado Antonio Rivero y un grupo de oficiales no identificados acusados de conspirar, con las persecuciones a dirigentes universitarios y con expulsiones de sus puestos de trabajo de varios cientos de funcionarios públicos por el delito de haber votado por la oposición en las últimas elecciones. Los ofuscados herederos de Chávez no comprenden que estas medidas abusivas los delatan y en vez de frenar la pérdida de apoyos en la opinión pública sólo aumentarán el repudio popular hacia el Gobierno.
Da tristeza un Gobierno, cuyo jefe de Estado silba, ruge o insulta porque no sabe hablar.
Tal vez con lo que está ocurriendo en estos días en Venezuela tomen conciencia los Gobiernos de los países sudamericanos (Unasur) de la ligereza que cometieron apresurándose a legitimar las bochornosas elecciones venezolanas y yendo sus presidentes (con la excepción del de Chile) a dar con su presencia una apariencia de legalidad a la entronización de Nicolás Maduro a la Presidencia de la República. Ya habrán comprobado que el recuento de votos a que se comprometió el heredero de Chávez para obtener su apoyo, fue una mentira flagrante pues el Consejo Nacional Electoral proclamó su triunfo sin efectuar la menor revisión. Y es, sin duda, lo que hará también ahora con el pedido del candidato de la oposición de que se revise todo el proceso electoral impugnado, dado el sinnúmero de violaciones al reglamento que se cometieron durante la votación y el conteo de las actas.
En verdad, nada de esto importa mucho, pues todo ello contribuye a acelerar el desprestigio de un régimen que ha entrado en un proceso de debilitamiento sistemático, algo que sólo puede agravarse en el futuro inmediato, teniendo en cuenta el catastrófico estado de sus finanzas, el deterioro de su economía y el penoso espectáculo que ofrecen sus principales dirigentes cada día, empezando por Nicolás Maduro. Da tristeza el nivel intelectual de ese Gobierno, cuyo jefe de Estado silba, ruge o insulta porque no sabe hablar, cuando uno piensa que se trata del mismo país que dio a un Rómulo Gallegos, a un Arturo Uslar Pietri, a un Vicente Gerbasi y a un Juan Liscano, y, en el campo político, a un Carlos Rangel o un Rómulo Betancourt, un Presidente que propuso a sus colegas latinoamericanos comprometerse a romper las relaciones diplomáticas y comerciales en el acto con cualquier país que fuera víctima de un golpe de Estado (ninguno quiso secundarlo, naturalmente).
Lo que importa es que, después del 14 de abril, ya se ve una luz al final del túnel de la noche autoritaria que inauguró el chavismo. Importantes sectores populares que habían sido seducidos por la retórica torrencial del comandante y sus promesas mesiánicas, van aprendiendo, en la dura realidad cotidiana, lo engañados que estaban, la distancia creciente entre aquel sueño ideológico y la caída de los niveles de vida, la inflación que recorta la capacidad de consumo de los más pobres, el favoritismo político que es una nueva forma de injusticia, la corrupción y los privilegios de la nomenclatura, y la delincuencia común que ha hecho de Caracas la ciudad más insegura del mundo. Como nada de esto puede cambiar, sino para peor, dado el empecinamiento ideológico del Presidente Maduro, formado en las escuelas de cuadros de la Revolución Cubana y que acaba de hacer su visita ritual a La Habana a renovar su fidelidad a la dictadura más longeva del continente americano, asistimos a la declinación de este paréntesis autoritario de casi tres lustros en la historia de ese maltratado país. Sólo hay que esperar que su agonía no traiga más sufrimientos y desgracias de los muchos que han causado ya los desvaríos chavistas al pueblo venezolano.

domingo, 26 de junio de 2011

ODAS AL NAVEGANTE

  ODAS AL NAVEGANTE
 I

El navegante de la verde armadura
soltó amarras
y
partió.
En la  hendidura del mar
un temblor recorrió su sangre,
mil aromas
quiebran su aliento.


Poco
a
poco
el canto             
le
embriaga,
así entre oda
y
oda
construye
el extravío.

II

Deja de sentir el aire perturbador,
por el que surcó leguas y
hostigó su aliento,              
acumuló renuncias,
cabalgó nostalgias.

En la incertidumbre,
su cuerpo.
A la hora de costumbre
su frágil  sirena
solfea tibias notas
donde
la ausencia mana
corazones distraídos.


III

A cuarenta y ocho revoluciones
un corazón recapitula.
A cuarenta y ocho revoluciones
la tarde llega más temprano.
                               acaricia la silueta que era
                               hipnotiza letanías
       promete mañanas.
A cuarenta y ocho revoluciones surge
y petrificas cada frase,
                                   Trepan mis odas
le abrazan  y susurran regresos.

A cuarenta y ocho revoluciones
Penélope sacude sus trenzas,
Lanza un gemido y palpa su ahora.
La noche neona  se abre en un canto de grillos.

A cuarenta y ocho revoluciones el milenio bordea  su sueño.
   Tranquila,
      desnuda sin derecho ni revés.

A cuarenta y ocho revoluciones  se tatúan las  bitácoras.
Surgen los matices en sus huesos enervados,
la noche vacía resonancias.

A cuarenta y ocho revoluciones tu Ítaca soy yo.


IV

El navegante de verde armadura
Partió a tierras remotas,
Ceñido a caminos trepidantes.
Hubo una revolución y
Sigiloso quedó,
Hincó su cuerpo,
Besó la tierra
Novísima para sus cansados ojos.
Entre viaje y viaje delimitó sus ahoras.
Los ritmos chocaron en su sangre
Hablaron desde siglos,
Pero sus alas perseguían al turbante del genio de los bosques aromáticos.


V

A cuarenta y ocho revoluciones
la tierra diverge.
Sus azules son hermosos, pero  opacos.
El mar se torna sombrío,
Los  parajes más solitarios.
Hoy haría una fogata a cuarenta y siete revoluciones
Hoy giraría a la derecha
Sólo para inclinar mis agujas hacia ti, brújula de la nada.
A ti te  compondría una ópera que degustara sus jadeos
A cuarenta y ocho revoluciones  te invoco
Canto
Luneando un poco
Para que mi cuerpo se quiebre y
Su voz ronquee en mi espacio
Allí en un  subir y
Bajar condene
Ensueño del extravío.
Ese de no permitir
Que “el hombre sea una montaña en el llano”
A cuarenta y ocho revoluciones soy capaz de girar de mi centro al universo.


VI

El navegante cansado de lóbregos parajes avanza.
Un holocausto, su pena,
No termina delirar.
Entre lunas, su vida aletarga las horas.
ayer su figura impuesta
sobre quietas aguas.
Aquí una ciudad,
Allá otra, todas traídas más allá de esos mares.
Un día ve un monstruo marino,
Otro atisba sirenas solazándose.
Más allá las agujas de la historia tiemblan.
  
VII

Navegante de verde armadura …
si sólo fuese una oleada
una sola palabra y todo se volteara o acompasara
como queremos.
Lo demás nos queda inventarlo.
En sus infinitas agujas nuestra carne va y viene
Si sólo fuese una oleada
una repetible palabra que alentara.
y afirmara helecho de no ser sólo volutas
si sólo fuese una oleada
una sola palabra que encendiera
el  alma y por un segundo
nos uniera en el inextinguible fuego.


VIII

A cuarenta y ocho revoluciones la vida no es avara,
no se cuentan lunas.
Una
A
Una
Detalla su luz los matices de su sombra.
A cuarenta y ocho revoluciones
Sólo estremece el ordinal cinco. Es un cambio descifra
O qué pesa?
Giramos
Y sólo quedamos de canto
Sintiendo que el orbe giró.
Le sigo en este juego
Torpe y monodérmico.
Sus manos  agrietan mi  sombra
Espero que el día transcurra rutinario
Permuto,
Su voz
Construye el universo.


IX

El navegante de verde armadura
Bogó
Y
Bogó
Hasta perderse en la neblina de otro océano.
Una tarde..
Quemó su nave y
Ancló la palidez insular.
Desde allí susurra odas,
Acaricia.
Cada mañana sugiere noches antiguas
Para recapitular
y
formar un nudo que comience por frotar mis espacios.
El navegante de verde armadura, taciturno,
juega a contar las nubes que pinté,
pero  allá en el infinito,
El Pastor de Nubes desanda otros caminos.

domingo, 24 de abril de 2011

Opinión de Don Mario Vargas Llosa sobre el libro en El País Contra censores y energúmenos

Contra  censores  y  energúmenos
Vargas Llosa clama por "la libertad y los libros" en Buenos Aires. Ambiente caldeado en las horas previas a la conferencia que un grupo de intelectuales quiso vetar
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ | Buenos Aires 22/04/2011 ELPAIS.com 

 Mario Vargas Llosa no inauguró finalmente la 37ª Edición de la Feria del Libro de Buenos Aires, como estuvo previsto en su momento, pero sí pronunció el discurso "principal" del orador invitado, 24 horas después de la apertura formal de la muestra. "Se supone que la inauguración es un acto único, pero aquí se ha desdoblado en dos días distintos, imagino que para evitar que yo apareciera junto a los políticos el día de la apertura", ha explicado a EL PAÍS el premio Nobel de Literatura 2010. "Mi discurso no cambiará por eso: defender el derecho de los libros a ser libres es defender nuestra libertad de ciudadanos, el precioso fuego que la atiza, mantiene y renueva", afirmó.

Nacimiento:28-03-1936 .Lugar: Arequipa
El ambiente, que parecía más calmado, se caldeó mucho en las últimas horas, con unas imprevistas declaraciones de Aníbal Fernández, jefe de Gabinete de la presidenta. Pareció ignorar las instrucciones de Cristina Kirchner de dejar en paz al escritor y lanzó un furioso ataque tanto contra Vargas Llosa como contra Fernando Savater, que visita también estos días Buenos Aires y que se rio de los intelectuales argentinos que protestan por la presencia del premio Nobel en la Feria del Libro.

El acto de inauguración formal, que se desarrolló el miércoles por la tarde, tampoco ayudó a calmar las cosas. Aunque no asistieron ni la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, ni el intendente de la ciudad, Mauricio Macri, sus enviados y representantes se las arreglaron para alimentar el clima de confrontación. El ministro de Educación, Alberto Sileone, en especial, convirtió la inauguración en un mitin político puro y duro. Logró el extraño prodigio de inaugurar una Feria del Libro en una capital latinoamericana sin mencionar el hecho de que este año un escritor latinoamericano ha sido reconocido con el Nobel.
Vargas Llosa no se sintió ofendido por el cambio de programa, ni alteró por eso el contenido de su discurso, una defensa apasionada del libro que "como árboles de un bosque encantado, se animan al abrirlos". "Basta que celebremos con sus páginas esa operación mágica que es la lectura para que la vida estalle en ellos".
El escritor no rehuyó, sin embargo, la polémica. "Agradezco a la presidenta su oportuna intervención para atajar el intento de veto de algunos colegas y adversarios de mis ideas políticas para desinvitarme al acto", aseguró. "Ojalá esa toma de posición se contagie a todos sus partidarios y sea mantenida por ella misma en su conducta gubernamental".
Enorme expectación
Vargas Llosa quiso que su discurso, esperado con enorme expectación en una sala abarrotada de público, fuera seguido por un diálogo con el periodista y escritor argentino Jorge Fernández Díaz, y que discurrió con toda tranquilidad, en medio de risas, anécdotas y relatos extraordinarios del Premio Nobel.
Vargas Llosa se mostró relajado y disfrutó del coloquio, en el que se tocaron temas literarios, biográficos y también políticos. Reafirmó, en un momento del diálogo, que seguirá criticando todo lo que no le guste tanto de América Latina como de Argentina. "Hay que seguir ejerciendo la libertad con prudencia y sin beligerancia", dijo. Tal afirmación fue recibida con una cerrada ovación del auditorio.
Previamente, el premio Nobel de Literatura tuvo que soportar que un pequeño grupo de piqueteros "ideológicos" cortara el tráfico frente a su hotel y que, con un ensordecedor ruido de bombos, reclamara su marcha del país. "Les vi desde la ventana. No eran muchos, pero hacían mucho ruido. Gritaban contra mí, pero no estaban muy informados porque me decían que Humala va a ganar las presidenciales en Perú, sin saber que yo ya he anunciado que voy a votar por él, para evitar que regrese Fujimori al poder y se legitime su etapa de robo, asesinatos y corrupción".
Vargas Llosa reconoce que este tipo de polémicas le resulta muy cansada y aburrida y que han conseguido estropearle un viaje a Buenos Aires, algo que para él siempre había sido muy agradable y enriquecedor y que ahora le exige, incluso, llevar protección en la calle. "Estoy deseando que elijan un nuevo premio Nobel para que sea el siguiente el que tenga que soportar toda esta presión", reconoce. Pero no está dispuesto a permitir que nadie le impida hablar libremente, y mucho menos en una Feria del Libro. "Eso sería admitir la derrota frente a los energúmenos", protesta. "Sobrellevo todo esto con espíritu deportivo, pero la verdad es que no comprendo por qué la inauguración de una Feria del Libro tan hermosa como la de Buenos Aires no puede ser algo sencillo sino que se convierte en un combate político y en un intento de censura".
Contra ellos, los censores y energúmenos, ha dirigido su discurso "semiinaugural": "El episodio, más allá de lo anecdótico, es un asunto actual: la libertad y los libros", explica. "Manuscritos, impresos o ahora digitales, representan la diversidad (mientras no sea expurgados, claro está). Esta extraordinaria diversidad desaparece cuando gracias a los libros nos sumergimos en lo profundo hasta llegar a aquellas raíces de la especie, pues allí descubrimos lo que hay de solidario y de semejante, una condición, unos anhelos, alegrías y miedos, que establecen una identidad recóndita sobre las diferencias y distancias".
Los libros, cree, ayudan a derrotar los prejuicios y a descubrir que somos iguales en el fondo, que los "otros" somos "nosotros". El premio Nobel ha explicado cómo la Inquisición española prohibió durante casi tres siglos que se imprimieran novelas en América Latina. "Una de las perversas y felices consecuencias de esa prohibición", afirmó, "fue que la ficción prohibida se las arregló para contaminarlo todo. Eso ha sido muy beneficioso en los dominios del arte y la literatura, pero bastante catastrófico en otros en los que, sin una buena dosis de pragmatismo y de realismo, un país puede irse a pique". "Los comisarios políticos han reemplazado en la vida moderna a los inquisidores de antaño", denunció.



domingo, 17 de abril de 2011

TIEMPO ENTRE OCÉANOS, MARES Y MONTAÑAS

DE MARES


I

 Tiempo entre Mares…
                            Seducción y construcción
tiempos diversos,
tiempos otros 
y           tiempos de amor.

…Teseo, el hilo de  Ariadna nos  atrapa?,
nos envuelve?
 nos salva?
Supones,
deduces,
husmeas  mis pistas.
Los  bytes van,
los grafemas vienen
        se enredan.

El tiempo entre Mares transcurre en  estos días.
Las horas lucen aletargadas,
       enhebradas.
Ahora, 
alucinación de saberme contigo,
     saberte en mí,
         sentirte en la piel.         
Ahora,
construidos con  lazos blancos…
                   con respeto, amor, pasión.

Mis horas se deslizan  a  espacios de  susurros:
Barcelona, Orense, La Alpujarra, Granada, Madrid: España!      
Aragua, Maracay,  Caracas: Venezuela!
Mi país de trópico infinito, 
con aliento de mujer: selva, llano, montaña, playa!
Territorio nombrado ya  por El  Almirante “Tierra de Gracia”,
tierra de lo sagrado, tierra de lo sublime, tierra de lo profano.

Ahora,
soy tu mapa, heterogéneo, híbrido, mezclado.
Soy tu mapa,
en el que la sangre del  blanco, indio, y negro
configuró  por siglos  esta mujer.
Mis bisabuelos extraviaron las brújulas, arrojaron los catalejos,
Se enamoraron de esta tierra
que embruja,
de  sus mujeres,
 de este verde y azul.
Esta luz al fondo de mi sangre, es su mapa!
        
Divago  mares,  cruzo puentes… 
Recorro parajes gélidos,
               comarcas apacibles.
Esta luz al fondo de mi sangre,
 merodea espacios donde almuerzas  o te enlazas,
invento cibers  de veinticuatro horas...

Te extraño y  la distancia no consigue deslizar esta energía,
 ¿Qué es esta turbación,
cómo la nombro?
 ¿Cómo defino el  frenesí ,
cuando me pienso en tu mirada.

Llegas en mis noches,
te tiendes en ese otro lado de mi cama que ahora veo,
que ahora te extraña,
                                     que ahora existe.
Y entonces…
Esta luz al fondo de mi sangre,
te susurra que al otro lado del océano,
         al frente del Mar Caribe,
allí/aquí/allá, entre susurros  de sirenas milenarias,
en un espacio sin tiempo, ni razones,
te siente, se siente en ti.
II
Esta luz al fondo de mi sangre
Pregunta  y repregunta en dónde escala primero,
Qué roca debe subirse  para llegar a tus ojos.
Recorro este Océano,
una luz divisa mi corazón,
allá, al final de la línea están tus playas
esperando recoger las huellas de aquella mañana en la que caminabas frente a esta bahía
A qué saben mis cartas,
qué te dicen mis manos,
Qué te grita esta mirada que hoy se cruza enigmática
Blancas gaviotas atraviesan parajes dormidos,
El silbido de un vapor cruza esta estela,

Esta luz al fondo de mi sangre
         Habla de cantos dormidos al fondo
En la orilla del tiempo.
Ese niño de ojos pardos no llegará,
         Partió antes de existir  por caminos indescifrables.
         Quiso nacer en el hoyo de mis manos.
Una tijereta anuncia la playa,
 y
ahí en medio del mundo surges estremeciendo mis sueños
III
Hoy busco a Vitebsk
hoy cruzo los ojos de  Leonid Afremov
y allí  la
bailarina hilvana a Degas,
 es otra pose,
son otros los pinceles…
la espátula y el óleo juegan a manchar la espectadora ingenua,
las cabriolas pintan y pintan patitas de pájaro que dibuja una chica alta,
larga en típica punta de pie
una figura que alarga  mi alma hasta ti
cruzo sostenida por este público de caramelo multicolor,
y la chica firme congelada en esa mirada.